martes, 7 de abril de 2009

De San Nicolás de Myra a Santa Claus del Polo Norte

Érase una vez que se era...

Una familia muy rica y fervorosamente cristiana que tuvo un hijo al que le pusieron de nombre Nicolás. Nicolas nació en Patara, en la antigua Licia (en el sureste de la península de Anatolia, en lo que hoy conocemos como Turquía).
Ya de niño destacó por su carácter piadoso, su fe en la religión cristiana y por su inmensa generosidad, lo que le llevó a tomar el hábito (para los mal pensados, hacerse sacerdote). Al morir éstos, Nicolás heredó una gran fortuna que, según la hagiografía escrita por San Metodio, arzobispo de Constantinopla, utilizó para ayudar a los necesitados hasta quedarse sin nada.

Hecho esto marchó a Myra (también en la antigua Licia), donde, según otra leyenda del santo, varios religiosos se encontraban discutiendo sobre quién sería el sucesor del recién fallecido obispo de Myra. Hartos por no ponerse de acuerdo en la cuestión sucesoria optaron por que fuera obispo el primer sacerdote que entrase al templo... y curiosidades de la vida, fue el joven Nicolás.

En aquellos tiempos el Imperio Romano era gobernado por una tetrarquía, y uno de estos emperadores, el emperador Licinio, promulgó un decreto contra los cristianos que hizo que lo encarcelaran... hasta que el emperador Constantino lo liberó.

Cuentan que como obispo participó en el Concilio de Nicea, condenando las herejías de Arrio (quien no creía en la divinidad de Jesús).

Parco en palabras en un mundo de retóricas, se ganó el afecto de los débiles, a los que trataba de proteger de los poderosos, incluso siendo ya anciano.

Murió el 6 de diciembre del año 345 en Myra y cuando lo canonizaron, lo hicieron como San Nicolás de Myra. Fue tras la invasión musulmana cuando sus restos fueron llevados en secreto a la ciudad portuaria de Bari (Italia). Desde entonces es tal su devoción que no se conoce santo no mártir que goce de tanta devoción tanto en Oriente como Occidente, siendo conocido desde entonces en Oriente, incluso hoy día, como San Nicolás de Myra, y en Occidente como San Nicolás de Bari. .

Como siempre ocurre con los santos, fue morir, y sobre todo al canonizarlo, cuando fueron apareciendo multitud de relatos milagrosos que, a veces, contradecían frontalmente su eminente carácter práctico y su sencillez.


Fue su sencillez y amor por los pobres, a los que regaló su fortuna, y por los niños, a los que colmó con regalos todos los años en Navidad (o eso es lo que cuentan) lo que hizo que su fama abarcara todo el Mediterráneo y Europa. Con el paso de los siglos se fue reconociendo el día 6 de diciembre, fecha de su muerte, como día del santo y siguiendo la tradición (que no se sabe cuándo comenzó realmente) de entregar regalos a los niños en nombre del santo.

Según nos cuentan las neblinas de la leyenda, esta tradición llegó a los Países Bajos desde España (pues ambas fueron territorio del monarca Carlos I de España y V de Alemania, lo mismo que el Reino de las dos Sicilias, al que pertenecía la ciudad de Bari).

Es allí donde se celebraba un peculiar San Nicolás, o, como le llaman familiarmente, Sinterklass.
Sinterklass pasó a ser un personaje legendario que viene de España (Recordad que el Reino de las Dos Sicilias pertenecía a la corona Española), en un barco de vapor, con un caballo blanco volador y acompañado de un criado "moro" (moro es un término que viene de tiempos romanos y significaba negro o de piel oscura) llamado Zwarte Piet (cuya traducción sería "Pedrito el Negro") para traer regalos a los niños.

Posteriormente, por cuestiones de sensibilidad ante lo "políticamente correcto" surgió la idea de que no era un morito o un negrito, sino un niño desollinador italiano, y que "Zwarte" no es más que un mote que hace referencia a su profesión. En estas leyendas neerlandesas es siempre el criado, Zwarte Piet, quien baja por la chimenea.

Esta tradición se la llevaron a América, concretamente a Nueva Amsterdam, que posteriormente sería "adquirida" por los ingleses y rebautizada como Nueva York. Fueron personajes como Washintong Irving o Clement Clarke Moore, quienes, entre la sátira y la comedia transformaron a este santo, no sólo en el nombre (pésima pronunciación de Sinterklass =Santa Klaus), sino en el físico, convirtiéndolo en un duende enano y delgado que regala juguetes a los niños. Fue este poeta, Clement Clarke Moore, quien transformó el barco, el caballo y al pequeño Piet en un trineo con nueve renos (incluyendo al reno-bombilla =Rudolf) y un duende.

Fueron los estadounidenses los que le dieron una nueva ubicación... en el Polo Norte... aunque unas veces dijeran Canadá, otras Groenlandia u otros territorios, pues se sabía ya, a primeros del siglo XX que el Polo Norte no tenía tierra firme, sino que es un manto de hielo sobre el agua.

El color rojo, contrariamente a lo que actualmente se cree (que fue introducida por la Coca-cola), era el típico color de los obispos, si bien es cierto que hubo épocas en los que cambiaron el color de sus vestimentas.







... Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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